David LaChapelle, entre el artificio y la epidermis
David LaChapelle, entre el artificio y la epidermis
David LaChapelle en Uruguay
Columna El Gabinete Azul por Fernando Sánchez
Ya lo aseveraba Susan Sontag: “Una sociedad capitalista requiere una cultura basada en las imágenes”. La ensayista comprendía muy bien que el entretenimiento era necesario en grandes cantidades para propiciar el consumo y “anestesiar” así “las heridas de clase, raza y sexo”. La obra del estadounidense David LaChapelle (Connecticut, 1963) parece apuntar a esa idea. Muy conocida y fulgurante resulta la carrera de este fotógrafo que ha logrado captar con su lente a célebres personajes de las últimas décadas, desde David Bowie y Whitney Houston hasta Muhammad Ali, Hillary Clinton y un etcétera largo. Descubierto por el padre del arte pop, Andy Warhol, alentado por él, muy joven llegó a trabajar para la revista Interview. En poco tiempo se convirtió en un peso pesado de la publicidad, y las páginas de grandes publicaciones como Vogue, Vanity Fair y Rolling Stone deslumbraron con sus imágenes.
Para el último decenio del siglo pasado era una figura consagrada de la fotografía contemporánea, y su vertiginosa producción no lo incitaba a quedarse sólo en ese terreno. LaChapelle pasó a dirigir videos musicales de algunos de los rostros más conocidos de la música anglosajona. Durante todos estos años, videoclips de Elton John, Amy Winehouse y Britney Spears han llevado su impronta. La escena teatral ha sido también parte de su tránsito, y en el cine su película Rize mereció el beneplácito de la crítica y del público. Desde hace un tiempo este autor ha decidido centrarse en la creación artística y distanciarse de lo comercial. Algunos de los principales espacios de exhibición del circuito internacional del arte
han mostrado su obra: Londres, Milán, Ciudad de México y, por supuesto, Nueva York. Los premios y reconocimientos no han escaseado.
LaChapelle llegó a Montevideo en junio con una parte importante de su producción visual. Es la primera vez que expone cuatro muestras simultáneas en una misma ciudad. En un circuito denominado Diálogos imaginarios, 91 piezas del artista se reparten en cuatro sedes: el Espacio de Arte Contemporáneo, que alberga Posmodernidad; la Asociación de Autores del Uruguay, con Símbolos de inmortalidad; Contemporaneidad en el Centro de Fotografía; y, en la Fundación Unión, Iluminación. Con tal despliegue, que estará por estas tierras hasta octubre, el espectador uruguayo tiene la oportunidad de acercarse a una obra que sobresale por su mirada pretendidamente cáustica hacia la realidad, con atributos como la ironía, la burla, el juego con los mitos antiguos y contemporáneos, y, sin dudas, el placer de lo retiniano.
Si hay algo que se le debe señalar a este fotógrafo es que ha sido consecuente con su herencia de la cultura pop. El transitar festinado de la sociedad capitalista actual, y las manifestaciones de su degradación, han encontrado un hábil intérprete en él. Lo frívolo, la vulgaridad, la vida abocada al consumo desenfrenado. LaChapelle lanza sus críticas conjugando simbolismos, paradigmas, metáforas. Sus puestas en escena se presentan de una manera impecable; alarde de técnica y presunción de un estilo en el que la imagen se precia de recursos y recreaciones explosivas.
El desnudo bajo el lente de este autor se convierte en una constante que describe al cuerpo como una expresión de la futilidad de nuestro presente, como un poderoso estimulante para el consumo. Ahí están Eminem en ‘A punto de volar’, Naomi Campbell en ‘Casa de gato’ y Amanda, que le da la espalda al David de Miguel Ángel. Entonces vuelve a aflorar el recurso dialógico de las recreaciones que hace LaChapelle de algunas obras clásicas del arte occidental. En su serie Jesus is my Homeboy, exhibida también acá, el Mesías comparte la última cena, pero no como en la pintura de Leonardo da Vinci, sino en un cuadro de marginalidad; predica en las calles de Nueva York y sus pies son lavados por una prostituta: el mito encuentra peculiares resignificaciones. Entre el pasado y el presente, la metáfora busca el escándalo.
A Montevideo llegó además la serie La vida sigue, en la que personajes célebres de la cultura y la política son representados como maniquíes deformados e inertes. Dentro de cajas de cartón, John F. Kennedy, la princesa Diana, Madonna,
Michael Jackson y Margaret Thatcher aparecen como objetos descartables, consecuencias ellos también del consumo voraz. Ningún ícono es perdurable, todos tenemos nuestra fecha de caducidad. Resulta este un discurso que se lee muy fácilmente, y la crítica que propone se diluye en la construcción estética sin lograr una verdadera reflexión.
La obra de LaChapelle se regodea en el montaje y la simulación para fustigar la vacuidad del mundo contemporáneo. Mas en esa intención el autor no logra atravesar la epidermis, y sus diatribas apenas se quedan en el artificio de la imagen. Sus antítesis parecieran sólo una elaborada distracción que disfraza al pensamiento en un ejercicio de mercadotecnia. Aun así, Diálogos imaginarios, organizada por 212 Productions, puede constituir una interesante experiencia, que si al menos no nos lleva a cuestionamientos más agudos, sí nos pone frente a un espectáculo visual técnicamente sin máculas. Eso podría bastar.
MEDIA
REVISTA DOSSIER
SECTION
ARTES VISUALES
DATE
Agosto, 2016