Siempre he sido un ‘outsider’.-

David LaChapelle

Con su estética teatral y colorida, David LaChapelle (Connecticut, 1963) narra el tránsito de Jesús hacia su muerte en su nueva serie: Stations of the Cross (Viacrucis).

No es la primera vez que el fotógrafo, que cobró notoriedad por sus imágenes de desnudos y de celebridades, colores fluorescentes y una estética surrealista, aborda la iconografía religiosa.

En su primera serie, Angels, Saints and Martyrs (1984), en blanco y negro, análoga, centrada en el desnudo, ya estaba presente el carácter místico o religioso de la imagen.

“No es popular hacer arte cristiano, no es lo que la gente compra en las galerías. Puede ser que la gente piense que estoy loco o perdí la razón, pero siempre he sido un outsider”, declara LaChapelle, quien atiende esta entrevista remota desde una terraza ajardinada.

El fotógrafo expondrá su nueva serie de 15 fotografías en el Palacio de Minería (Tacuba 5, Centro Histórico), de mayo a julio. Quiso que México fuera el primer punto del continente americano donde se expusiera.

Antes se exhibió, por primera vez, en Italia, con motivo del Premio a la Trayectoria Lorenzo el Magnífico que le otorgó la Bienal de Florencia el pasado 17 de octubre.

La de Minería será la primera exhibición del artista en la Ciudad de México desde Delirium of Reason (Delirios de la razón), que acogió el Colegio de San Ildefonso en 2009.

Stations of the Cross será el centro de una amplia retrospectiva con más de 80 obras que cubrirán cuatro décadas de trabajo, titulada David LaChapelle: Amor, a inaugurarse el 11 de mayo. Ingrid Barajas, la productora, estima la visita de unas 100 mil personas.

La nueva serie ofrece una relectura del Viacrucis desde que Jesús es condenado a muerte hasta su sepulcro y lugar de resurrección. El fotógrafo se documentó en distintas fuentes iconográficas desde la Edad Media hasta hoy.

En un viaje a Chile, entró a una iglesia y vio las estaciones en piedra blanca. “Fue una nueva manera de verlas”, dice.

“Aunque realmente no lo he investigado o buscado, nunca lo he visto en fotografía, en fotografía a color”, plantea.

“A pesar de que los colores son brillantes, te identificas con su humanidad a través de su expresión y de las emociones que emanan de él”.

En su narrativa, LaChapelle prescinde de las imágenes sangrientas.

“Con frecuencia se le representa de una forma muy sangrienta al haber sido una experiencia tortuosa, pero yo quería enfocarme en los rasgos de su cara y mostrar su humanidad, el miedo, el dolor de su madre y la fe en sus ojos para relacionarme con él como ser humano”, argumenta el fotógrafo.

Eligió al rapero italiano Tedua para interpretar a Jesús camino a la cruz, por sus ojos “compasivos y misericordiosos”, define, sin tatuajes en la cara y con rasgos físicos del Medio Oriente; guapo, pero “no de una belleza exagerada”.

Quería un Jesucristo terrenal, como en una serie anterior, Jesus Is my Homeboy (2003), donde presentó una interpretación contemporánea del Evangelio en seis imágenes en escenarios cotidianos, donde el Mesías salva a una prostituta del arresto y sus discípulos son “hombres rotos, imperfectos”.

El fotógrafo siempre se ha asumido como un hombre religioso, y aclara que nunca ha buscado perturbar o ser irónico al respecto. La nueva serie es, por el contrario, un homenaje a la Biblia y a Jesús, según dice.

LaChapelle reacciona de este modo contra “la cultura de la muerte dominante en la cultura popular”, con películas y series sobre homicidios y asesinos seriales, como la que Netflix ahora tiene sobre Jeffrey Dahmer, el Caníbal de Milwaukee, quien mató a 17 jóvenes en una década.

“Estamos obsesionados con esta cultura de la muerte, y las artes siempre han sido un reflejo de la cultura, estamos en la oscuridad y cada vez es más oscuro. Necesitamos la luz”, asegura.

Las 15 fotografías de Stations of the Cross serán desplegadas en semicírculo en una de las salas de Minería, tal como LaChapelle deseaba.

El fotógrafo se ve a sí mismo como alguien ajeno al mundo de la moda, aun cuando su trabajo se ha desplegado en portadas de revistas y ha aparecido en campañas publicitarias de marcas como Armani y L’Oreal.

Pero renunció a ello para centrarse en su producción artística.

“Nunca pertenecí al mundo de la moda, ni al mundo del arte. Siempre he sido un outsider”, remarca.

Los años locos

“Era la vida loca”, dice LaChapelle en español sobre su juventud en Nueva York.

“Era una locura; de verdad debes creer en los ángeles si querías salir de ahí. Era muy joven, todo era nuevo. A los 15, viviendo en Nueva York, ningún lugar o situación me asustaba, correteando por ahí sin miedo”.

Le tocó vivir la efervescencia de la escena artística del East Village de la Gran Manzana. Andy Warhol lo contrató como fotógrafo para su revista Interview, que dio gran visibilidad a su trabajo.

“Era un momento de explosión artística y pensaba que los clubes nocturnos y bailar y hacer arte iban a ser para siempre. Por supuesto que cuando eres joven piensas que vas a tener 20 años para siempre. Pero un día despiertas y tienes 60”, agrega quien cumplió 61 el pasado 11 de marzo.

LaChapelle inició su rebelión contra el blanco y negro en la fotografía en el cuarto oscuro a mediados de los 80, con el color y la saturación.

“Todo era fotografía en blanco y negro, tanto en revistas como en galerías. En aquella época, el blanco y negro era algo serio, pero no se pensaba así del color.

“En el cuarto oscuro aprendí a imprimir en color y simplemente quería rebelarme contra el blanco y negro, yo quería explotar el color. Sólo hice lo que me atraía y naturalmente me rebelé contra lo que era popular entonces”, dice.

Abel González, quien trabaja de la mano del estudio de LaChapelle en la curaduría y museografía de la retrospectiva, se remonta a los inicios del fotógrafo, cuando sus amigos de la Academia de Artes, bailarines, posaban para su lente y él mismo hacía la utilería.

Ahora dispone de todo un equipo de trabajo, sigue una planeación rigurosa, visualiza el set, elabora bocetos en acuarela, como si dirigiera una obra de teatro.

“(El momento de) fotografiar es como el estreno, se siente toda la adrenalina frente a la cámara”, sostiene el fotógrafo.

Una visión retrospectiva

La retrospectiva cubre, por supuesto, sus imágenes con su musa Amanda Lepore, publicadas en 1987 en la revista Detour, y sus retratos de celebridades, como el rapero Travis Scott, el cantante Elton John y la actriz Pamela Anderson. Además del Autorretrato como una casa (2013). O la estrujante y crítica Violación de África (2009).

Y también asomará su interés por la naturaleza.

De niño, LaChapelle pensaba en la naturaleza como un lugar de espiritualidad, donde podía estar más cerca de Dios. Hace varios años se mudó a Maui, en Hawái, donde vive rodeado de vegetación. En donde vive, la artista Georgia O’Keefe hizo sus pinturas de flores que él fotografió para su serie Sculpture Garden (2019-2020).

Durante más de tres décadas se ha ocupado del “conflicto entre la naturaleza y la civilización” con naturalezas muertas, así como los “símbolos detrás de los mundos excluyentes”, como en Aristocracia (2014), con los aviones privados a los que dedica títulos irónicos, como Perdidos en las nubes del lujo.

O bien, el museo en ruinas de Seismic Shift (2012) por un terremoto en Los Ángeles, que daña el costoso edificio y las aún más costosas obras que resguarda, como una escultura de Jeff Koons, The Balloon Dog, cuya versión naranja fue subastada en 58 millones de dólares en 2013.

LaChapelle trabaja ahora con la fotografía digital por ser mucho más amigable para el medio ambiente.

“No puedes notar la diferencia respecto a mi trabajo analógico (cuando manipulaba los negativos) porque yo mismo imprimo y sigo siendo muy intenso con la impresión”, resalta.

Aprovecha la mayor profundidad de campo que puede ofrecer la nueva tecnología digital, más sensible, que le permite fotografiar en contextos de poca luz. No retoca ni hace trabajo adicional de composición ni de collage.

“Mi mente es analógica y siempre lo será”, ataja.

Un artista poderoso

LaChapelle llega a México a través de 212 Productions, que lo trajo también hace 15 años con Delirium of Reason a San Ildefonso.

“Apostamos por él por su capacidad única para desafiar convenciones y transmitir mensajes poderosos a través de su arte visual”, señala Ingrid Barajas, productora.

“Su estilo extravagante y vibrante cautiva a audiencias de todas las edades y trasfondos, lo que lo convierte en un referente cultural contemporáneo”.

Tras LaChapelle, vendrán nuevas colaboraciones de la productora con otros artistas de renombre.

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DATE

Abril 08, 2024